sábado, 20 de abril de 2013

¡Ha llegado el momento!



Acabamos de ser testigos de un gran fraude que no podemos demostrar. La tendencia fácil es acusar a los sindicatos transgresores: CC.OO., UGT, y STC-UTS. Yo también lo he hecho, pero no son las entidades el problema. No desde el punto de vista que pensamos. Las traiciones, los fraudes, la corrupción… no son delitos morales cometidos por entidades sino  personas.
Que conste que digo delitos morales y no penales ya que los últimos pueden ser llevados ante la justicia. Los delitos morales son precisamente aquellos que no pueden llevarse ante la justicia o bien por no estar tipificados en el código penal o bien porque no existen evidencias suficientes (pruebas físicas que son más difíciles de obtener de lo que muchos piensan) para tener una base judicial.
Pues como íbamos diciendo, los delitos morales han sido cometidos por esos individuos, que hace ya muchas elecciones, se adueñaron del  Comité Intercentros ¿Pero qué hace que todos esos individuos se hagan tan propensos  a traicionar al conjunto de los trabajadores?
Sé que muchos pensáis que la razón se encuentra en la facilidad con que se puede comprar a una persona (sobre todo según qué tipos de personas). Sin duda recordareis aquella vez, a finales de los 90, en que corrió la voz de que el último convenio había sido firmado en una famosa marisquería de Madrid. Nunca hubo pruebas de ello salvo el convenio más recesivo hasta aquellas fechas… y entonces no había ni sombra de crisis. De hecho acabábamos de superar una y se suponía que tocaba mejor nuestras condiciones. Aquella traición también era tangible y no pudimos demostrar nada  ¿Pero si lo sabíamos, al margen de la inviable opción judicial, por qué no hubo repercusiones?
Los trabajadores españoles en general y los de Telefónica en particular, a lo largo de los años 90 y primera década de los 2000, nos hemos vuelto muy acomodaticios. Nos han bombardeado con noticias económicas positivas (aunque en nuestra piel apenas lo notábamos) y hemos seguido ese camino de sonrisas fáciles que nos vendieron. Realmente estábamos allanando el camino a un tipo de tiburones que se ha instalado en la cima del ecosistema económico y hemos tolerado el apalancamiento de corruptos traidores en los engranajes  que mueven las ruedas del sistema económico ¡Hemos sido unos pánfilos!
Si la traición de la marisquería hubiese sido pagada con la salida en masa de afiliados de CC.OO. y UGT, la cosa hubiese cambiado. Bueno, en CC.OO. vimos la escisión de Co.Bas. y AST que le hizo un daño considerable, pero en UGT ni eso.
En 2010 la fuerza perdida por CC.OO. fue substituida por STC. Este sindicato se había hecho muy fuerte tras unirse con UTS, pero como han terminado de comprender ahora algunos de sus afiliados, ha perdido su moderación y la ha cambiado por colaboracionismo. Cuando los despidos de Marcos y Mari Cruz mantuvieron una postura ambigua entre la lucha y la traición, para finalmente firmar el nefasto Convenio de 2011 ligado a un ERE del que ignoramos la cantidad de dinero que se repartirá entre UGT, CC.OO. Y STC-UTS (aunque nuestros cálculos estimativos la sitúan sobre los 4 millones de euros).
Nos engañaron, nos traicionaron y todos somos conscientes de ello, pero solo unos pocos tuvieron el valor de abandonar unos nefastos sindicatos que han dejado de defender a los trabajadores y se han convertido en plataformas de apoyo a un grupo de individuos que venden nuestros activos como trabajadores por beneficios personales que desconocemos (quién sabe, lo mismo su beneficio es solo el orgullo de haber colaborado a arruinar a la clase obrera).
Finalmente esta Semana Santa han firmado una brutalmente lesiva reforma de nuestro convenio y, lo que es peor, todas las pretensiones de exterminio que la empresa ha propuesto contra la clase obrera, se negociarán en el futuro en esas mesas secretas que los tres sindicatos traidores controlan.
Señores, los empleados de telefónica ya estamos en nuestro propio  Auschwitz-Birkenau y nos empujan hacia las duchas, solo que los soldados de la SS que lo hacen no son la empresa, sino que lo hacen los delegados del comité Intercentros de esos sindicatos traidores. La empresa se puede regodear en la distancia. Igual que Hitler nunca presenció uno solo de los asesinatos del nazismo, para Alierta y sus secuaces solo somos números que se asfixian bajo su nuevo Zyklon B. Nunca tendrán que mirarnos a la cara, de eso se encargan esos otros individuos que supuestamente corren nuestra misma suerte, pero no es verdad.
Somos judíos, gitanos, parias… meros números sin clase incapaces de entender la bondad de las cifras que nos aniquilan. Somos un mero estorbo pues aunque sin nosotros no puede funcionar la empresa (cosa que sí puede hacer y mejor sin ellos), sobramos y, como ya nos han dejado claro, las personas que importan en UGT,  CC.OO. y STC-UTS están de acuerdo.
Sé que muchos de los que me estáis leyendo acabáis de abandonar vuestra afiliación en alguno de esos tres sindicatos. Y también sé que muchos pensáis que los demás sindicatos son unos exaltados o meros idealistas de extrema izquierda, pero os equivocáis. Fuera de los tres sindicatos que han permitido que sus delegados nos traicionen, las personas no sienten ni piensan muy diferente a vosotros. Cierto que unos están más a la izquierda y otros más a la derecha (da igual), pero su gran diferencia es que en estos momentos se han convertido en las fuerzas de la resistencia. Y como fuerzas de la resistencia van a pedirte que les apoyes, que pongas algo de tu parte y que salgas a luchar con ellos.
Si estás leyendo esto es que ya te has dado cuenta que no sirve de nada seguir pasivo y sentado en tu silla de ruedas, que apoyar económicamente a los sindicatos que han abrigado a nuestros Judas no es una opción. Levántate y hazte eco de nuestra lucha hasta convertirnos en un grito que no deje descansar sus oídos pidiendo justicia. Pero no la justicia que se dirime en una sala hueca de un tribunal, sino esa otra que nace del más puro espíritu democrático que todo hombre lleva en su corazón.
Si quieres saber  “qué hacer” ha llegado el momento de que recuerdes quién eres y cómo debe ser el mundo que quieres dejar a tus hijos. Ha llegado el momento de que levantes la mirada hacia el horizonte y dejes de ser solo una hormiga que se limita a esquivar las suelas de los zapatos de los gigantes… Ha llegado el momento de que te unas a la lucha. Ha llegado el momento de que seas un hombre, una mujer, un ser humano.
Ha llegado el momento. Ha llegado el momento porque ya no habrá otro mañana.

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